martes, 4 de diciembre de 2018


Me encontré esta entrada organizando mi computador, ahora 6 años después!
La voy a pegar aquí solo para la posteridad! 


Nada es un accidente.

La vez pasada que fui a India me quedé con las ganas de ir a lugares muy famosos como Ajanta y Ellora, y Hampi. Esta vez estaba en mi plan ir al menos a conocer Hampi, y mirando en el mapa, parecía posible hacerlo sin dar muchas vueltas, sin embargo cuando empecé a averiguar tiquetes, pude ver que el mapa no le cuenta a uno toda la verdad. 

El caso es que como lo seguro era Bangalore – Auroville, planeamos así la estadía en ambos sitios, y cuando me di cuenta, pasar por Hampi no era tan fácil desde Auroville y que la vuelta más lógica era haber ido a Hampi antes. En consecuencia, nos tocó devolvernos a Bangalore. 

Unos días antes, Susana, que estaba en Pondi, nos escribió y al enterarse de nuestros planes nos peguntó si podía acompañarnos. Entonces salimos de Auroville en un rickshaw, y nos encontramos en la oficina de buses con Susana. De allí tomamos un Volvo AC, para regresar a Bangalore, y después de 6 horas de viaje, el bus entró por la parte elegante de la ciudad. Se veía muy diferente que la noche en que cogimos el bus hacia Auroville. Y bueno, llegados a la ciudad negociamos otro rickshaw para ir a la estación del tren. 

Esta vez, por primera vez todos, viajaríamos en Sleeper Class. Tuvimos un buen rato de espera en la estación, así que comimos un poco, y además nos sentamos en el piso, cerca de otro grupo de extranjeros, a leer un libro y a comer galletitas con nutella. En las estaciones, todo el mundo se sienta y se acuesta en el piso a esperar el tren. Es impresionante la cantidad de gente, y que a pesar de la suciedad todo el mundo se acomoda ahí en el piso a esperar. Luego de un rato de estar pendientes, vimos que apareció nuestro tren en la pantalla, así que fuimos a buscar el andén para esperarlo. Recuerdo siempre que Nata me había dicho que subir a los trenes era una locura, pero siempre me pareció fácil. Hasta ese momento. Llegamos al andén y estaba super lleno de personas y maletas. Pocos extranjeros a la vista, y ninguna persona que pareciera hablar inglés o pertenecer al equipo de la empresa de trenes. El tren estaba un poco retrasado, y el lugar olía muy mal. 

Los tres estábamos con los ojos abiertos pendientes de lo que sucedía, y de pronto, apareció el tren. Empezó a pasar vagón por vagón, y todos mirábamos en que momento aparecía el número de nuestro vagón… de repente se detuvo, y el número no había aparecido, así que empezamos a caminar de un lado al otro buscando, pero no encontrábamos. Los nervios empezaron a notarse. Nos subimos en el vagón supuestamente anterior, y todos teníamos opiniones diferentes. Juanda quería quedarse en ese vagón aunque fuera de pie, por temor a que el tren se fuera sin nosotros por andar buscando afuera. Susana opinaba que mejor subirnos en otro vagón que tuviera conexión con los demás. Yo opinaba que lo mejor era preguntar y buscar, pero no había nadie que nos entendiera o a quien nosotros le entendiéramos. Varias veces nos subimos y nos bajamos del vagón, preguntábamos y las personas nos decían que camináramos hasta el final del tren, pero al no encontrar el vagón volvíamos corriendo a subirnos en el vagón que tenía el número anterior. Después pasó un señor pegando los listados de pasajeros en cada puerta, con engrudo. Y al buscar no nos encontrábamos. Al final decidimos seguir a otra persona que nos indicaba ir hacia el final del tren otra vez. Y no se como entendimos, que faltaba que nuestro vagón llegara. Al final del tren había muchas más personas esperando, y cuando llegamos ahí y entendimos todo, fue un alivio. Finalmente llegaron los vagones faltantes, y el señor de los listados paso pegando los últimos en las puertas. Rápidamente encontramos nuestros nombres y apenas pudimos nos subimos a buscar los puestos.

A Susana le tocó en la ventana, en una litera de las que reservan para mujeres viajando solas, y a Juanda y a mi nos toco compartir con otros cuatro hombres. Quedamos en las literas superiores. Si hay una diferencia entre viajar en Sleeper y en 2nd class AC, claramente. En Sleeper todo está más sucio, no hay cobija, y tampoco te dan la comida. Pero nada que un pañito húmedo no pueda solucionar.  
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Ahora finalizando 2018, luego de leer este texto que iba a publicar y se quedó por ahí... recuerdo que la sensación de algunos de mis amigos al leer el último posteo que hice, fue como de no ser un viaje que se disfrutó! Pero si fue así.
Este viaje en tren nos llevó a Hampi, un pueblito pequeño en medio de un paisaje muy particular, rodeado de colinas, rocas y ruinas de muchos templos.
Muy similar a Pushkar, con cafecitos y espacios de relajación para los muchos turistas que se quedan por días y semanas a disfrutar el ambiente.

Recuerdo en particular de Hampi, la belleza de sus atardeceres, y haber caminado por lugares muy hermosos, subiendo las colinas hasta llegar a la cima, a meditar en las ruinas de los templos.
También me vienen a la cabeza las vacas-perro, como solíamos decirles con Susana, a estos animalitos que caminaban a esculcarnos las manos para ver que estabamos comiendo.

Luego de Hampi, viajamos los tres a Goa, donde pasamos unos días super relajados al lado del mar. 

De Goa me vienen también a la cabeza dos recuerdos: primero haber encontrado a mi amiga Francesca, sin tener celular ni nada que nos pudiera conectar, y haber ido a buscar un banyan tree en un bosque cerca de la playa, donde supuestamente habia un Baba que impartia conocimiento... recuerdo que el famoso Baba, nos ofrecio hachís.. y galletitas... fue un momento surreal, en la mitad de la India, rodeados de rusos, un Baba bastante particular, hachís y un señor que parecía perdido desde los años 70, en pañal con el pelo largo y tocando mantras en un estado bastante alterado de consciencia.

Y finalmente regresaríamos a Delhi para volver a casa.

Después de esta experiencia, cuando creí que no regresaría a India, me encuentro preparando mi 5to viaje a este hermoso país que cada vez me atrapa más. 


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