lunes, 13 de diciembre de 2010

"Captación de Recursos" o "de como conseguir R5000 en menos de un mes"



Estas ultimas semanas han sido de una agitación total. Creo que necesito una pócima mágica que me duplique las horas hábiles del día, o que me multiplique a mi para alcanzar a hacer todas las tareas. De la oficina, de Guerreros sin Armas y de la Fundación... ah y cierto que también tengo vida personal y familiar..... lo había olvidado.

Como un paréntesis, olvidé mencionar en mi publicación anterior, que en Noviembre di pasos muy grandes que me acercaron mucho a ser Instructora de RAS de la fundación El Arte de Vivir, estoy a poco de lograrlo, pero eso significa que tengo mucho trabajo por hacer!

Así que entre las actividades de la fundación, dejar listo todo lo de la oficina, tratar de ponerle atención a mi familia, y atender mis asuntos personales tenia que sacar de alguna manera tiempo para esta parte de mi vida que, aunque algunos tal vez no entienden, es prioritaria!

Visité un par de Universidades, y descubrí que no iba a ser fácil obtener financiación de entidades. De cualquier forma, la respuesta fue muy positiva: visité después de mucho tiempo mi Universidad, y la verdad es que aunque estaba muy sobre el tiempo para solicitar recursos económicos, la respuesta fue unos brazos abiertos y todo el apoyo para aplicar lo que aprenda en esta experiencia.

Envié la solicitud a varias empresas, pero hasta el momento no he recibido ninguna respuesta.
Solicité patrocinio a Avianca y parece que van a darme un descuento en los tiquetes.

Estaba un poco preocupada, pues sabia que Michi llegaba el 1ro de diciembre y no quería ponerlo en el corre corre de mis vueltas, y menos sabiendo que solo se iba a quedar 12 días. Pero él mismo se ofreció a ayudarme en lo que quisiera, y pues quien soy yo para decir que no?

Lo que me tiene mas sorprendida es que el email que envié pareció tocar no solamente a mis amigos, sino a los amigos y conocidos de mis amigos, y aunque aun no se han concretado muchas cosas, he recibido correos y donaciones de personas que ni siquiera conozco!

Mi familia también ha estado participando activamente.
Mi hermano organizo una reunión familiar en su casa, y me pidió que hiciera la comida. Preparé, con ayuda de Michi, una paella para toda la familia, que fue un éxito, razón por la cual no quedo ni siquiera la foto para el recuerdo. Por este "servicio" mi hermanito me hizo una donación bastante generosa.


Luego, llego Michi, y nos pusimos a preparar todo para el festival gastronómico que tenia en mente. La idea inicial era, con poco presupuesto, ambientar mi casa como si fuera un restaurante, y hacer varias comidas temáticas. Por cuestión de tiempo, no logré la parte de ambientación, y por el tiempo de convocatoria, pase de tres eventos a solamente uno.



Hicimos una noche de la India, con comida deliciosa de este país, y proyectamos una película de bollywood. Luego de cocinar casi 12 horas, la comida resulto ser un éxito, preparamos Chaat Katori, dal Makhani, y Pista Rasamalai, Mango LAssi y Masala Chai. Y a nivel de captación de recursos también estuvo bien. La donación mínima era COP$25.000 (cerca de USD$14) y todos donaron una parte adicional.


Estoy en proceso de recolectar el dinero, y me siento optimista... pero aun queda mucho trabajo pendiente...

Próximamente esperen un informe en números sobre el avance de la operación.

;)


martes, 7 de diciembre de 2010

Guerrera sin Armas!

Han sido meses de mucho trabajo, y casi no he vuelto a escribir. Pero el universo a conspirado para que se abran las puertas en las que he golpeado buscando mi nuevo caminar!
En Agosto, luego del viaje a Guacamayas, participé en el proceso de selección del programa Guerreiros Sem Armas, que es un proyecto que busca empoderar a jóvenes emprendedores para trabajar con comunidades, y al mismo tiempo empoderar a las comunidades a trabajar en equipo y por si mismas, en proyectos que transformen su calidad de vida.

La respuesta la daban el primero de noviembre, y no se por que razón, o tal vez si sé, no le quise contar a nadie. Solo sabia Michi pues él mismo me ayudo a realizar algunas tareas y me daba su opinión sobre estas.
Paso una semana del primero de noviembre y no daban respuesta, así que empece a sacarme excusas... Pero yo para que voy a ir... eso es mucha plata y no la tengo... eso seguro no me escogieron... eso mejor me quedo trabajando... etc.
Pero no fue sino pensar en esto y el 8 de noviembre me llego la comunicación de que había sido seleccionada. Luego tuve una entrevista telefónica con Val Rocha, que es la coordinadora del programa, en la que hablamos sobre el tema financiero y me envió algunos documentos para que me informara sobre el tema de captación de recursos.

Luego de informarme, hice un plan... tenia que tener varias opciones en caso de que alguna falle. Y entre mas funcionen pues mejor para obtener el resultado.
Asi que el primer paso, fue armar un documento con el cual pudiera solicitar recursos en empresas e instituciones, saque un listado de las instituciones que creia me iban a apoyar, y me fui a presentar propuestas.

Al mismo tiempo, le envié un correo a todos mis amigos y familiares, contándoles la buena nueva, y también pidiéndoles su apoyo para recaudar el dinero.
Las formas de apoyo eran: comprar boletas para una rifa, donando dinero, contactándome con gente que me pudiera patrocinar, participar en los eventos que realizara, siendo anfitrión de algún evento en el que yo cocinara sushi o burritos a cambio de donaciones, difundiendo mi email, comprándome tortas!

Los resultados han sido, de cierto modo, sorprendentes.
Aun no consigo la cantidad total.... pero vamos en camino.

De todos modos, falta menos de un mes, y estoy segura que estare en Brasil a comienzos de Enero, preparándome para volver a Colombia a guerrearla con toda!!

domingo, 17 de octubre de 2010

Guacamayas

Luego de descansar un rato en los termales de Güicán, salimos a la carretera a esperar el bus. Se demoró mucho así que decidimos coger el primero que pasara. Resultó ser un bus lechero, pues paró en el Cocuy y allí estuvimos como media hora. Llegamos a Guacamayas ya entrada la nochecita, y nos estaban esperando Amanda y José cerca de la parada del bus. Caminamos un par de cuadras y llegamos a la casa, donde estaba esperándonos María Elena, con mucha curiosidad.
Fue una noche muy corta, la verdad. Solo conocimos la casa, organizamos el cuarto, nos tomamos un agua de panela y a dormir se dijo.
El plan del lunes en la mañana era ir con Amanda a la vereda de Lagunillas, a enseñarle una danza a los niños de una escuela, pero la vereda quedaba montaña arriba y mis rodillas aun estaban resentidas, así que nos quedamos en la casa toda la mañana lavando la ropa, y haciendo otras cosas mas relajadas.
Guacamayas es un pueblo muy pequeño y digamos que la percepción que tengo es que todo el mundo hace todo para subsistir, es decir, todo el mundo cultiva y come en su casa, prácticamente, pues nunca vi un mercado como tal. De hecho solo tocaba atravesar la puerta del patio de ropas para conseguir un par de mazorcas, o frutas, o lechugas.
Tampoco tiene mucho enfoque hacia el turismo. Solo hay dos lugares donde se puede entrar a internet, y a medio día cierran pues es la hora de almuerzo, pero si es muy urgente, se puede golpear en la puerta y le dejan pasar a usar el computador.

Maria Elena resultó ser la nana dicharachera, la que hace comida deliciosa y al tiempo cuenta
historias de su vida, del pueblo y de todo lo que se le cruza por la cabeza. Es todo un personaje, la verdad me reí mucho oyendo todo lo que tiene para decir y como lo cuenta. Ademas es madre adoptiva de cuatro gatos y un perro. El perro se llama Coco y es solo ternura. Los gatos se llaman Lulu (la mama), Felix y Beto (los nenes) y Mono.

La hora de la comida es un espectáculo digno de admirar, no es sino que ella haga su llamado y todos corren a sus pies en una algarabía impresionante. Pero no menos bonita es la hora del consentimiento, cuando vemos llegar a Maria Elena con uno de los gatitos debajo del brazo como si fuera un pan baguette, para luego sentarse y estirar al gato sobre sus piernas, espulgarlo y masajearlo con esos dedos que al lado del gato se ven gigantes, y luego darle la vuelta al gato como si fuera un trapito, y repetir el procedimiento, y para terminar el masaje estirar el gatito como si fuera masa de melcocha, para todos los lados.

Ese día por la tarde, salimos en el carro con Amanda y Jose, a visitar la escuela del Alisal, para que los niños y la profesora vieran el fruto de su trabajo, las primeras impresiones de una cartilla sobre las plantas medicinales y aromáticas silvestres de la región, que ellos mismos redactaron y dibujaron. Todos muy emocionados de ver la cartilla, y también de ver las fotos de la salida de campo.

Al principio estaban un poco tímidos, pero cuando Michi comenzó a tomarles fotos y fue como si les hubieran dado una tonelada de azúcar, se pusieron hiperactivos, solo se reían, y saltaban y gritaban.

Luego de la visita a la escuela, pasamos a la casa de la profesora Nubia, quien está llevando a cabo el proyecto con plantas aromáticas silvestres de la región. Estuvimos un rato chismoseando el proceso en el tallercito de secado y empacado de las plantas, y luego nos invitaron tomar chocolate, con mestiza, que es una mogolla tradicional de la zona, muy rica, y carne! Casi me desmayo cuando pasé al comedor y vi que a todos nos habían servido carne. Pensé, bueeeeno, será. Pero afortunadamente Amanda es de confianza con la señora y le dijo que yo era vegetariana y no tuve que hacer el sacrificio.
De allí salimos, un poco más arriba a la vereda el Alto, donde vive una señora que se llama Margarita. La casa donde vive solía ser de la familia de Amanda, y fuimos a llevarle un encargo o algo así. Solamente con un día de estar en Guacamayas me di cuenta de dos cosas importantes de la cultura de la región. La primera es que la gente es muy MUY amable, y la segunda es que la actividad mas común es sentarse en la cocina a echar rulo. Margarita nos recibió también con un tintico, y más mestizas, y además nos encimó una cuajada gigante.
La cocina de esta casa era super tradicional. Oscuuura, con estufa de leña, las paredes todas tiznadas por el humo de quien sabe cuantos años, y del techo colgados todos los utensilios.
Apenas llegamos, el gato de la casa se me subió en las piernas y no hubo modo de bajarlo ni de que parara de ronronear en el rato que estuvimos oyendo a Margarita hablar de todos los acontecimientos de los últimos tiempos. Al final nos despedimos, y me pareció muy lindo que la señora me dijera que le había dado mucho gusto conocernos (a Michi y a mí) y que esperaba que "no se nos olvidara el camino".

Como ultima actividad del día, pasamos donde la señora Emilia, vecina de Amanda, una señora de edad, artesana y un poco humilde. Le llevamos algunas cosas que había separado Amanda de todas las donaciones que venían de Bogotá.

Al día siguiente, teníamos el compromiso de ir a la escuela de Ritanga a dar el primer taller de papel reciclado con los niños. Tenía un poco de nervios, pues hace rato que no trabajaba con niños, y menos dirigiendo una actividad. Pensé que iba a ser más complicado de lo que fue en realidad.

Nos encontramos muy temprano con la profesora Ofeni. Su esposo nos llevo hasta la entrada del camino para subir a la escuela. Caminamos cerca de 15 minutos, montaña arriba para llegar a la Escuela. Los niños fueron llegando poco a poco. Estas escuelas tienen la particularidad de tener una sola profesora, y un solo salón en el que se dictan las clases de preescolar hasta quinto de primaria. En esta escuela solo había 12 niños, repartidos en los diferentes niveles.
Fue muy bonito enseñarles a los niños a hacer papel, estaban muy interesados en el tema, y todos querían participar. Cuando llegó el recreo ya teníamos una muy buena relación, habían dejado la timidez a un lado. Nos tomamos un chocolate delicioso, con unas arepas que ni les cuento. Y luego fuimos a jugar basket como por media hora. Obviamente ganó el equipo de Michi (niños) porque cualquiera que mida mas de 1.80mt encesta facilísimo (GRRR).


Durante el almuerzo, nos sentamos con los niños a comer, y nos estuvieron cantando coplas y jugando adivinanzas.
Por la tarde les enseñamos a hacer papel maché, pero ya la atención estaba un poco dispersa, sobre todo en los chiquitos de preescolar, que eran 4, y obviamente me toco hacerles todo el trabajo, entonces se volvió una locura porque todos necesitaban ayuda al mismo tiempo. Pero en general todos los niños super pilos, super tiernos, y super atentos.

Cuando terminó la jornada escolar, nos devolvimos a pie con la profesora, por un camino antiguo que conecta la escuela con el pueblo. Ese camino es de lo mas bonito que vi en los días que estuvimos en Guacas. Tenia la energía que tienen los lugares viejos, como que siente uno que por ahi pasó gente en épocas muy remotas, y ademas tenia una vista impresionante de las montañas, y todo el camino adornado de flores y mariposas.

Cuando llegamos a la casa, conocimos a otra de las vecinas. Vicenta. Esta señora es otro personaje. Es la que cocina rico. La que cocina para los eventos del pueblo. Y también es la que mejor chismosea. Tiene una forma de contar las cosas, que ameniza cualquier conversación. Estuvo un buen rato haciendo unas zarapas (o sarapas?) en el fogón de leña, en la parte de atrás de la casa. Yo no cabía de la dicha de ver el tamaño de estas arepas, y además de la emoción de comerme este manjar en su lugar de origen.
Todos los días en Guacamayas nos íbamos a dormir a las 8 de la noche. Primero porque después de que oscurecía no había mucha luz alrededor, y todo el mundo se acostaba casi que con las gallinas. Y segundo porque, aunque no lo crean, los niños me sacaban toda la energía.

Al día siguiente, Miércoles, fuimos de nuevo al Alisal, pero esta vez, solo fuimos Michi y yo, a dar el taller de Origami. Los niños aquí también estaban super receptivos, además que ya nos conocían. Aunque otra vez estaban como tímidos. Esta es una de las escuelas con mas estudiantes, tiene 16 niños entre preescolar y quinto de primaria.
El taller estuvo super lindo. Aprendieron muchas figuras, yo aprendí nuevas formas de hacer el avión, y nos reímos un montón. Lo más entretenido de la jornada, fue jugar cielo e infierno, y sobre todo con Michi. Todos querían jugar con él, pues su cielo e infierno tenía secretos que para esa edad son prácticamente un tabú, y la reacción de los niños cada vez que el les leía el resultado de su elección, era gritar y reírse a carcajadas... Tú tienes dos novias! Tu tienes chichí! Tu tienes popó!.... Fue muy divertido.
A la hora del almuerzo todos querían sentarse con nosotros. Y estuvimos discutiendo temas importantes como "Que es más lejos, Austria o Santa María, el pueblo donde vive la mamá de una de las niñas". Luego hubo partido de fútbol, y mientras observaba el partido me dejé asesorar por Luisa, quien me decía que si no quería peinarme, como la profesora Nubia, que se veía tan elegante con su pelo cogido.

Todas las noches la hora de la comida era también la hora del cuento. Unas noches se hablaba de comida, otras noches se hablaba de animales, otras noches de brujas y maleficios, y de historias del pueblo. También escuche muchas historias sobre las épocas de la violencia, y en parte comprendí por qué Boyacá fue una de las regiones que más apoyó a Santos.

Pero lo más divertido era escuchar las historias de las brujas y el diablo. Creo nunca había estado en un lugar tan apartado, y pues es muy interesante escuchar todas estas creencias que tienen sobre el lado oscuro. Para este momento ya había llegado a la casa Tuli, la otra nana, que no era la nana dicharachera, sino la nana consentidora. Nos trataba como si fuéramos niños. Nos cuidó muchísimo. Y a la hora del cuento, no hacia nada mas que echarse la bendición cada vez que hablaban del diablo o de las brujas.
La verdad hablaba con tanta convicción cuando contaba que había visto brujas, que pasé una noche sin poder dormir de imaginarme la bruja con cuerpo de chulo y cara de gato, que producía sonidos escalofriantes, mientras rompía el techo de paja de la cocina del cuento. Pero lo más divertido de la historia, es que hace alusión a la costumbre de echar chisme en la cocina, porque dicen que las brujas se paran es sobre los techos de las cocinas para nutrirse de todo el chisme y así poder hacerle daño a sus enemigos.

El jueves, fuimos a otra escuela, Güiragón, a hacer el taller de papel reciclado, y con Michi habíamos pensado que era una buena idea dividir al grupo para concentrar la atención en las actividades. Pero tuvimos el resultado contrario, pues la actividad del papel reciclado era muy lenta, y todos se venían a ver origami mientras Michi hacía el papel solo.
No se si era cansancio nuestro, o indisposición de los niños, pero no lograba que tuvieran dos minutos de foco en la actividad. Y si a mi no me iba bien, a Michi le iba mucho peor. Tuve que recurrir a las técnicas de respiración. No solo para mí, sino para los niños, porque por un lado, hubo momentos en que quería ahorcarlos, como Homero hace con Bart a veces, y por otro lado pensé que haciéndolos respirar un poco lograba que se concentraran un poco. Y si, fue efectivo. Porque no maté a ninguno, y luego de hacerlos respirar se concentraron como 5 minutos.

Aquí también hubo partido de fútbol, con la mala suerte de que había llovido y la cancha estaba llena de lama, lo que resultó en que Michi se cayera y se raspara la cara.
No estuve presente para ver la caída, porque estaba recordando como jugar a la golosa, y descubriendo que las niñas de ahora le han puesto al juego un montón de arandelitas para hacerlos más largo. Creo que jugamos como 1 hora.

De vuelta descansamos. Ya quedaban dos días para que Michi tuviera que viajar a Venezuela a encontrar a sus hermanos. Así que el viernes decidimos salir a caminar temprano en la mañana con Amanda y Jose, hacia el Chiveche, que parecer ser una de las veredas más bonitas y tradicionales de Guacamayas, pero también una de las más lejanas (y llena de brujas). De hecho no me alcanzo el tiempo para llegar hasta allí. El plan era caminar montaña arriba hasta un lugar que se llama el volador, que es desde donde se supone que vuelan las brujas por la noche. Un rato antes de llegar, Amanda y Jose se devolvieron pues ya estaban cansados y tenían cosas que hacer. Pero nosotros subimos hasta el volador, y luego empezamos a buscar camino por la montaña para bajar y ver si podíamos llegar a la escuela de Ritanga. Caminamos un buen rato, pudimos ver el nevado desde un nuevo ángulo, nos persiguió un ovejo, y llegamos finalmente a la escuela. Estaba cerrada pero nos encontramos con algunos de los niños.

Luego fuimos al pueblo de nuevo por el camino viejo, y nos pusimos a averiguar como era lo del viaje de Michi hasta Cúcuta. Parecía que habían cerrado el camino por las lluvias, y al final tuvimos que tomar la decisión de viaje para el mismo viernes. Y fue una suerte, pues Michi viajó en la noche, y el sábado en la mañana, Guacamayas quedó incomunicado con el resto del mundo por tres días.

En los días que faltaban para volver a Bogotá, visité el ancianato, las tiendas de artesanía, el mercado del sábado en la plaza, fui al Espino a conocer la casa de Tuli, caminé mucho con Amanda, y aprendí a tejer en el telar de arco.

Tambien en esos días hice buenas migas con las nietas de la vecina Emilia, pues les regalamos un par de chaquetas muy bonitas que nos donaron aquí en Bogotá. Y cómo me di cuenta? Porque pasado un rato de la entrega, vinieron a la casa a preguntar por "la niña churquita", y como yo estaba en la cocina, no me hicieron salir, sino que me hicieron llegar un paquete, que venía calientito, con una mazorca asada y un par de envueltos.


Casi el último día, fuimos a otra escuela con Amanda y Jose, a celebrar el día de la mazorca. Esta escuela también había hecho el trabajo de una cartilla, pero esta vez con recetas tradicionales de maíz. Para comenzar la práctica, la noche anterior habíamos desgranado entre Tuli, Maria Elena, Jose y yo, no se cuantas mazorcas en tres horas. Obviamente todo esto acompañado de muchas historias y risas. Entonces para no perder la costumbre, lo primero que hicimos al llegar fue sentarnos a desgranar mas maíz.
Traté de acercarme a los niños, pero cada vez que iba por esos lados se quedaban callados. Entonces poco a poco me fui ganando su confianza. Pero mientras tanto ayude también a moler el maíz y la cuajada, y documenté los pasos para hacer los envueltos. Y también fui a caminar por ahí cerca, a tomar fotos de las mariposas, de los pájaros, y de las casas antiguas.

Ya cuando cogimos confianza, jugamos a los ladrones, y mas tarde me llevaron a la cancha de basket, y volví a mi infancia jugando al gato y al ratón, y una cantidad de juegos y rondas que me enseñaron los niños.




Fue una experiencia increíble conocer Guacamayas. Es un pueblo muy lindo, con mucho potencial turístico, pero poco conocido, con muchos lugares para conocer, mucha gente linda y amable, muchos niños hermosos. Sobre todo en esa época, con mucho maíz, con una tradición gastronómica muy rica. Me perdí el festival de la mazorca por menos de una semana, pero nunca comí tanto maíz en formas tan diferentes como en esos diez días.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Cocuy y Guacamayas: pedacitos del cielo.


Como lo prometido es deuda, aqui van las foticos del viaje. En el proximo capitulo les contare la aventura de Guacamayas.
Disfruten el paisaje!

























lunes, 16 de agosto de 2010

Un pedacito de cielo en la tierra



Justo como se lo pedí al universo, me llego la oportunidad de empezar a caminar por mi país.
Primero estuve en la Atlántida en Cajibio, aprendiendo muchas cosas y compartiendo con otras mujeres los saberes ancestrales y los nuevos conocimientos también.
Estuve en Bogota un par de semanas adelantando tareas y acepte la invitación de Amanda de ir a conocer Guacamayas (estaba cerca el festival de la mazorca) e investigar un poco para el proyecto que queremos iniciar juntas. Aprovechando la oportunidad, me fui unos días antes para visitar el Parque Nacional Natural El Cocuy. Al principio todo parecía estar en contra. Me salían tareas y tareas y tareas (y tareas) y parecía que no iba a alcanzar a terminar antes de irme. Ademas en el Cocuy y sus alrededores el invierno estaba muy fuerte y todo indicaba que el parque iba a estar cerrado, o al menos nadie me recomendaba visitarlo en esta época del año. Por otro lado llame muchas veces a las empresas de buses para averiguar una ruta que me dejara en el Cocuy temprano en la tarde y ningun bus parecía llegar antes de las 6 de la tarde.


Pero bueno, finalmente acabe las tareas, y me fui con Michael (se dice Mijael), un amigo de Cuchsurfing que se estaba quedando en mi casa en ese momento. Por hacer mas, hicimos menos. Nos fuimos para el terminal a las 2.30am, para tomar el bus de las 3 hasta Duitama, a donde llegamos 4 horas mas tarde. El frío era impresionante. Eran las 7 de la mañana y lo único que quería era tomarme algo caliente. Así que desayunamos en una cafetería mientras esperábamos que llegara el bus que nos llevaría al Espino. En Duitama nos dijeron que para ir al Cocuy teníamos que esperar el bus que venia de Bogota, pero yo me resistía a creer que no se pudiera llegar de pueblo en pueblo mas temprano. Tomamos el bus al Espino a las 8.30, y la verdad me dormí la mitad del camino. Abrí los ojos en una parte, y toda ilusa pensé que ya estaba cerca del Cocuy, pues pasamos por un páramo muy bonito del que no me acuerdo el nombre ahora.


Luego me quede dormida y cuando abri los ojos nuevamente estábamos yendo por una carretera hacia abajo del canón del rio Chicamocha. El bus tomo la ruta de Capitanejo, y lo único que se veía era el suelo árido, lleno de cactus y polvo. El calor era absurdo, y no se podía abrir la ventana pues el bus levantaba toda la tierra seca pasando por esa carretera que no estaba en muy buen estado (varias veces tuvimos que pasar por entre las quebradas que cruzaban la carretera). Al final, el calor estaba tan insoportable que decidí abrir la ventana y comerme todo el polvo hasta que llegáramos a un lugar mas fresco. Llegamos al Espino a las 3.30 de la tarde, y mi pelo había pasado de ser crespo, suave y castaño, a mono, tieso y asqueroso. Preguntamos como hacer para llegar al Cocuy y la respuesta fue: tienen que esperar a que llegue el bus que viene de Bogota. Así que decidimos tomar un expreso, que es un jeep que lo lleva a uno por un precio mas alto pero cuando uno necesita. Llegamos al Cocuy media hora mas tarde y nos fuimos directo a la oficina de Parques, nos registramos y pedimos información sobre las rutas disponibles para los caminantes y también sobre los medios de transporte para llegar a la Sierra.


Luego buscamos un hotel (la verdad no buscamos tanto, nos metimos en el primero que se ve en la Plaza principal), y fuimos a hacer un mercadito para subir al parque y cocinar allá.
El Cocuy es un pueblo muy tranquilo, parece que asi es toda la región, tan tranquilo que no conseguíamos donde almorzar a las 4.30 de la tarde. Tocaba esperar a las 6.30, que es la hora en que los diez turistas que estábamos en el pueblo podíamos decidir en cual de los 3 restaurantes disponibles comer. Estuvo lloviznando y no pude tomar ninguna foto del pueblo, pero es muy bonito pues todas las casas están pintadas de blanco y verde, y casi todas las casas tienen balconcito, es muy tradicional. Ademas con respecto a lo de tranquilo, pues las personas solo se sientan ahí al lado de las cafeterías alrededor de la plaza, con sus ruanitas, a ver como pasa el tiempo y ver llover.
Y luego nos fuimos a dormir bien tempranito porque había que madrugar para poder coger el lechero, que es el camión que recoge la leche por las veredas, y lo lleva a uno hasta un punto cercano al parque desde donde hay que caminar dos horas y media para llegar al refugio.

El Cocuy desde la montana

Llovió toda la noche, y teníamos muchas dudas sobre ir o no al parque pues el clima no parecía colaborar para la caminata. Pero al final pensamos que mas valía hacer el intento y si llovía mucho pues nos quedábamos en el refugio a ver llover. Asi que empacamos a toda velocidad y nos fuimos a esperar el camión a las 6 de la manana.
El paseo en el camión estuvo super bonito. Nos demoramos cerca de una hora en llegar al Alto de la cueva, e íbamos en el camión con otros dos extranjeros, el senor que recogía la leche y varias personas del pueblo. La vista era increíble, el sol salio y todo se veía muy verde y fresco.


El frío también estaba muy duro, iba pensando que me había ido muy mal equipada, pues aunque iba con doble saco, bufanda, buff, guantes y doble camiseta, iba perdiendo mis dedos y mi nariz. Pero todo cambió una vez nos bajamos del lechero y comenzamos a caminar. El sol ya estaba arriba, y con toda la lluvia de la noche anterior, también había nevado en lo alto de la sierra, así que con el cielo despejado pudimos ver las montanas todas nevadas.


Caminar por esas montanas es algo de verdad muy bonito y profundo. El silencio y la tranquilidad que se sienten allí son incomparables con cualquier cosa. Durante el camino estuvimos tomando fotos, y viendo todo con mucho asombro y felicidad. No podía nada mas que agradecerle al universo la posibilidad de estar ahí, y de ver tanta agua en el mismo sitio.

Llegamos al refugio, y estuvimos muy de buenas porque aunque era temporada baja, solo quedaba un cuarto disponible. Justo ese día venia un grupo como de 14 personas y por poco nos quedamos sin donde dormir.


El sol nos honro con su presencia el resto de la tarde. Pudimos ver la punta del Pan de azúcar, estaba muy despejado. Preparamos unos sanduches de vegetales y nos fuimos a caminar para verlo mas de cerca.

Almorzamos por el camino, en medio de un valle de frailejones, y seguimos caminando, hasta que llegamos al punto desde donde se veía el Pan de Azúcar y las lagunillas. Como siempre, no supe calcular hasta donde podían esforzarse mis rodillas, y luego de una subida de mas o menos dos horas y media, la bajada estuvo un poco pesada y empece a sentir dolor cada vez que daba un paso. De todas formas bajamos sin problema, y nos fuimos al refugio a preparar algo de comer, practicar para las clases de Origami que daría en Guacamayas, y a organizar el cuarto para no sentir frío en la noche.


El plan para el día siguiente era hacer todo el recorrido hasta la laguna de la Plaza. En la oficina de parques nos habían dicho que eran mas o menos 8 horas ida y vuelta. Pero el guía que estaba en el refugio nos dijo que no era posible hacerlo en un día.
Ademas el día amaneció lluvioso y no dejo de llover en todo el día... Para colmo, con los afanes de salir de Bogota, y con esta indecisión que a veces me caracteriza, termine olvidando la chaqueta impermeable. Suerte para mi, que había traído conmigo la bolsa plástica con gorrito que me regalo mi mama -a lo cual llama ella impermeable (ver imagen)-. Era chistoso vernos, pues Michi tenia un muy buen equipo, no solo un sleeping bag super caliente, y botas para caminar, sino una chaqueta de esas que tienen selladas las costuras, que no se les pasa ni una gota de agua, y hasta tienen ventilación en las axilas, y yo, con los saquitos de fleece que me regalo mi mama, y toda empacada en esa bolsa plástica, con los brazos al aire y al agua, y en tennis de bailarina.


Pero bueno, vale decir que la bolsa plástica me protegió del frío y del agua. Incluso mas que a otras personas que tenían impermeables como el que yo deje en Bogota.
El caso es que decidimos no ir hasta la laguna, sino ver como progresaba el clima y caminar hasta donde pudiéramos y a nuestro propio ritmo.
Hicimos el circuito de las lagunas, la pintada, la cuadrada, la atravesada y la parada, y entre todas esas una cantidad de pozos, quebradas y lagunillas cristalinas. Decidimos caminar hasta el alto de Cusiri que esta a 4410 m.s.n.m, cada vez hacia mas frío, y cada vez había mas agua, ya no había caminos secos y tocaba caminar prácticamente con los pies entre el agua que bajaba. De todos modos el frío solo se sentía cuando hacíamos alguna parada. Mientras mas nos acercábamos, mas se llenaba de hielo el paisaje, y era super bonito ver como crecen plantas y flores de color rojo intenso entre todo ese hielo. Llegamos arriba y el frío solo nos permitió estar menos de un minuto, pues justo en el alto, que es como su nombre lo indica, el punto mas alto de esa primera montana, pasa un viento fuertisimo y helado, acompañado de lluvia muy fría. Hacia el otro lado de la montana no se veía nada, solo nubes y niebla, así que dimos media vuelta y comenzamos el descenso.


A medida que nos acercábamos al refugio, el clima fue mejorando hasta que dejo de llover.
Llegamos al refugio nuevamente, almorzamos, al rato cenamos, y nos fuimos a dormir, pues nos tocaba salir a las 4.30 de la manana para alcanzar a coger el lechero (no había otra forma de volver al pueblo).


Agradeciendo al cielo nuevamente, pues estuvo despejado esa noche, y no llovió en la madrugada. Nos levantamos muy temprano y terminamos saliendo del refugio faltando un cuarto para las cinco de la manana. Estaba muy contenta pues era mi primera caminata nocturna en un lugar tan apartado de la civilización. El cielo estaba muy despejado, asi que pudimos caminar gran parte sin linterna. Y pues obviamente fue muy pero muy lindo, caminar asi en el silencio, por la noche, con el cielo despejado, y escuchar los pajaritos despertarse, y luego ver como las nubes empezaban a emerger de la base de las montanas, como algodón de azúcar, todas despelucadas.

Pero no todo fue pajaritos, nubes y aire puro. Con el peso de la mochila, y mis rodillas resentidas, llego un momento en que no podía dar el paso sin quejarme. Empece a caminar muy despacio, y el tiempo empezó a hacerse corto para llegar a coger el lechero. Michi trataba de esperarme, pero también estaba pensando en un plan para no perder el camión, pues era nuestra única oportunidad de salir de las veredas. Yo intentaba mitigar el dolor caminando de espaldas en las bajadas que era cuando mas me dolía, y trataba de aplicar todas mis técnicas de respiración sin conseguir resultados positivos. Michi me decía cada rato que le pasara algo de peso, y yo insistía que no (que cosa con este orgullo), hasta que finalmente, me quito la mochila, me dio el celular y una bolsa de agua y se adelanto hasta el punto de recogida para hacer que el camión me esperara. Me sentía como una niña pequeña. Obviamente sin el peso de la maleta podía caminar mejor, pero el dolor era realmente intenso y no podia caminar muy rapido. Creo que sentía mucha rabia de no ser capaz y de que las rodillas no hicieran bien su trabajo, y ademas sentía mucha vergüenza al ver a Michi con no se cuantos kilos de peso encima por mi culpa. Me puse a llorar como si tuviera 6 años, viendo como me quedaba sola y sin importar los esfuerzos que hiciera no podía correr ni alcanzar a mi amigo.


Bueno, finalmente despues de media hora de pataleta y caminar como un robot sin doblar las rodillas, llegue donde Michi y caminamos hasta una casita a esperar el camión.

Primero paso el camión que iba para el Cocuy, pero habíamos decidido que nos íbamos para Güican, pues nos habían dicho que allá había unos termales muy bonitos. Al rato paso el segundo camión, y creo que no nos esperábamos un paseo tan largo. Llegamos a Güican cuatro horas después de abordar el vehículo. Por fin entendí la expresión "cogimos el lechero" que usaba mi mama cuando los buses iban muy despacio (también en el parque aprendí que "agua al clima" no necesariamente es agua tibia, puede ser helada).
Creo que es uno de los paseos mas interesantes que he hecho. debimos haber recorrido todos los pliegues de esas montanas. El camión paraba cada nada, a recoger los recipientes (cantinas de aluminio, envases reutilizados de aceite para automóvil, baldes, etc), y el encargado vaciaba la leche, primero en unas cantinas y luego en un contenedor plástico gigante con capacidad de mil litros.


Lo interesante de recorrer las veredas con el camión, es ver que ademas de recoger la leche, el lechero es un medio de comunicación, y es muy representativo de la cultura y la forma de vida de estos pueblos. El encargado de transvasar el liquido, ni siquiera lleva las cuentas en una libreta. Tiene todo muy claro en su cabeza. Y es que no solo son las cuentas de la leche, sino todos los mandados que hace el lechero durante el recorrido. En cada parada se saludan las personas, unos suben y otros bajan, suben la papa, bajan los costales, suben el abono, bajan la madera, algunos envían dinero para sus familiares en otras veredas, o hacer solicitudes para recibir al otro día desde un medicamento, hasta un bom bom bum. Hasta se actualizan de chismes, no solo en el camión sino en las paradas. De hecho, el camión toma algunos caminos, que recorre durante aproximadamente 20 o 30 minutos, y cuando llega al final del camino se devuelve nuevamente a tomar la ruta principal, y la gente se baja a la entrada, visita a los parientes y se sube de vuelta al regreso del camión. Este paseo es una forma de inmersión en la cultura local, se recibe mucha información, y la verdad lo recomiendo para las personas que tengan tiempo y ganas de ver un lindo paisaje y vivir una experiencia diferente.

Llegamos a Güican, el sol estaba calentando mucho, y pedimos indicaciones para ir a los termales. Como para variar, nos dijeron que eso llegábamos en 20 minutos, y tocaba coger un camino empedrado que iba hacia abajo, bien empinado... Una hora después seguíamos bajando, y Michi tuvo que volver a cargar mi maleta pues yo no podía del dolor. Finalmente, una hora y 20 minutos luego, estabamos en los termales, que al fin de cuenta no estaban ni tan bonitos (un poco mal tenidos y atendidos). Nos quedamos un rato, y fuimos a tomar el bus para llegar a nuestro destino final: Guacamayas.

Fotos en la próxima publicación :)