jueves, 1 de abril de 2010

JetLag en New York


El vuelo de India a New York fue más largo que el de New York a India, duró casi 16 horas (Tengo tildes otra vez!). Creo que dormí la mitad del viaje, vi algunas películas, leí un ratico, dormí más... Ya se dieron cuenta que no puedo estar sentada en ningún vehículo sin quedarme dormida (Léase bus, tren, carro, avión).
Finalmente llegamos, a las 4.30 am, como estaba programado. Esta vez, la entrada a los Estados Unidos estuvo super amable. Pasé derechito en todas las cosas, y apenas pude llamé a Nelsiton, pobrecito madrugando para recogerme. No quería que se molestara, pero el insistió y mis papás también insistieron, hasta que al final me tocó acceder. Cogí el tren y llegué a Penn Station, y otra vez como la primera vez, Nelson estaba esperándome en el lugar equivocado, así que pasamos un buen rato cada uno parado enfrente de un Primo Capuccino diferente. Probé a llamarlo desde el local de teléfonos públicos que era, tal como me había dicho Nelson, el Hostal de los Teléfonos, porque había una persona durmiendo debajo de cada teléfono (triste), pero una vez más, el maldito teléfono se tragó todas mis monedas. Entonces volví a mi lugar y esperé a que Nelson llegara. Me dio un poquito de pena, me sentía cero guerrera con esa cantidad de maletas, y más pena me daba que me tuvieran que ayudar a cargar todo eso que era mío. Pero bueno, superada la pena, nos fuimos para la casita. Me sentía muy bien, sin hambre ni sueño, y Nelsiton insistía en que durmiera un rato. Me negué rotundamente, pero dos minutos recostada en la cama bastaron para que me quedara dormida.
Pensé que con la cantidad de tiempo que había dormido en el avión no me iba a costar trabajo ajustar el horario, pues de ida había sido inmediato el ajuste. Pero me equivoqué pues pasé los cuatro días en Nueva York durmiendo a deshoras y hasta con mal genio y pataletas internas por el sueño y el cambio de temperatura.
Esta vez sentí que no pasé tanto tiempo con mis anfitriones porque, además de que dormí la mayoría de horas hábiles, Nelsiton estuvo un poco ocupado y Lukasz empezó a trabajar en otro lugar y pasaba poco tiempo en la casa.


Visité el Museo Metropolitano por pocas horas, y obviamente no alcancé a verlo todo. Pude ver las secciones del Imperio Romano, una parte de Africa, América (Norte, Centro y Sur) y una pequeña parte de la colección de Egipto. Me pareció que vale mucho la pena dedicarle el tiempo a este museo (odio al sorochito por no dejarme aprovechar mis días), pero será la próxima vez. Lo que más me gustó fue la exhibición de las islas del Pacífico Sur y Africa, con todas esas máscaras tan expresivas, todas sonrientes. Además me pareció increíble el parecido que tiene todo esto con las máscaras y demás piezas tradicionales de nuestro continente, a pesar de las distancias y las diferencias en los períodos de tiempo.


Estuve en Union Square, me pareció muy lindo. Había como un mercadito de pulgas, algunos artistas vendiendo pinturas, camisetas, sombreros. También en la entrada del metro había un grupo de música como de New Orleans, super chévere. Estuvimos caminando allí un ratico, mirando a la gente y mirando algunos arbolitos que ya están floreciendo porque está empezando la primavera. A Nelson se le ocurrió que un buen plan era ir a ver Alice in Wonderland, y había un teatro cerca, así que fuimos a comprar los tiquetes y quedamos con Lukasz de encontrarnos para la hora de la función. La película bonita pero no puedo dar bien mi impresión, pues me sentía muy cansada y me dormí algunos pedazos.


También probé a subir al Empire State en esos días, pero estaba con el presupuesto muy ajustado y no me alcanzaba para pagar la entrada completa. Nelsiton me llevó a un café todo bonito donde parece que los tés son orgánicos, se llama Grounded, y probé una variedad de té que no conocía, se llama rooibos y me gustó mucho. Además el café tenía un aire como familiar, todo acogedorcito, porque es un sitio sin ningún parámetro específico en su decoración, es como si fueron decorándolo y amoblándolo con el tiempo, casi como uno decora su propia casa. Ese día me sentía como una niña malcriada, estaba haciendo mucho frío (para mí), bueno no tanto porque al menos estaba menos frío que cuando fui en febrero, pero me imagino que pasar de 35 grados a 4 es un golpe duro para cualquier persona (punto a mi favor), y estábamos lejos de la casa, y me daba mal genio no poder llegar en 5 minutos y meterme debajo de las cobijas a descansar. Bueno creo que también era un poco que quería estar en India y sabía que estar en Nueva York era la señal inminente de mi pronto regreso a Bogotá.


Como siempre, hubo tiempito para tomarnos unos vinitos, unos Jack Daniel's y hablar de cosas superfluas y también de cosas profundas. También Nelsiton a pesar de (o gracias a?) mi actitud de niña mimada, me tuvo paciencia, canceló algunos de sus compromisos para estar conmigo y hasta me preparó almuerzo vegetariano dos días.

El domingo Lukasz me acompañó a conocer el Museo de Historia Natural, también llegamos tarde porque ambos habíamos trasnochado hablando de bobadas y cosas importantes, y nos despertamos tarde. Además Lukitasz escogió una ruta super bonita atravesando el Central Park lo cual demoró nuestra llegada al museo, pero valió la pena.


El museo me encantó, pero también me faltó tiempo y, aunque hubiera llegado temprano, creo que me habrían hecho falta unos cuantos días para verlo con detenimiento. Además escogimos un orden para visitarlo que sin culpa dejó para el final la parte que me habría interesado más. Pero espero que haya una oportunidad para volver.
Ese día también Lukasz me invitó a comer y luego fuimos a la casa y nos tomamos un vino, les hice tatuajes con henna, y vimos televisión un rato.

El último día me gasté casi toda la mañana reorganizando las maletas, casi me toca sentarme encima para poder cerrarlas a pesar de que no compré nada en Nueva York.
Nelsiton me acompañó a Penn Station y me dejó sentadita en el tren. Otra despedida veloz, de afán porque el tren estaba listo para arrancar.

Llegué a tiempo al aeropuerto, y todo estuvo como medido, no me tocó esperar mucho para abordar el avión. El vuelo a Bogotá estuvo tranquilo, por ahí se movió un poquito, y creo que nos toco sobrevolar un rato llegando a Bogotá.
Me tocó sola en otra vez en la fila, el vuelo no venía lleno, y pude leer un buen rato sin quedarme dormida, y luego dormir acostada cómodamente.
Estaba un poco nerviosa porque casi al final del viaje se veía como una tormenta entre las nubes, pero la llegada y el aterrizaje otra vez estuvieron muy suaves.

Llegué a Bogotá y todo estuvo fácil en el aeropuerto, mis papás estaban esperándome (increíblemente contentos de verme otra vez ja ja) y parece que el nuestro era el único vuelo pues no había casi nadie afuera esperando a los viajeros.


Se acabó este viaje, pero apenas comienzo a abrir realmente mi camino (tal vez volver a mi cotidianidad después de esta experiencia es otro viaje!), y me gustó mucho la experiencia de escribir, con y sin tildes, sin poder subir fotos y, aunque no sé si mis lectores aun me leen, voy a seguir escribiendo. Creo que eso también es parte del camino.

1 comentario:

  1. Si, es parte del camino. Ya te había escrito esto pero no se, quedo en otro lado. La tildes no es lo que importa, siempre hay alguien por ahí que las va poniendo. García Marquez tiene todo un pull de secretarios dispuestos a hacerlo. Tu narración es expontaneamente autentica y tu espiritu es maravillosamente blanco. He estado muy ocupado haciendole campaña al señor de los sueños posibles, es una tarea bien dificil en un pais donde la pesadilla es su único elemento. A.Mockus, próximo presidente de Colombia. Chauuu... Mi cocina queda a tu voluntad cuando deses.

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